jueves, 4 de diciembre de 2008

Sobre el sentido de la vida...



Como los viejos, los perros, hay veces que sin ser sordos se lo hacen. Un par de días atrás le pregunté a mi turco andaluz -, para darle un poco de palique, por que es de ley que entre un amo y su perro exista conversación, si uno no conversa con su perro, ¿para qué lo quiere?... digo yo,- sobre el sentido de la vida.
- Mira amo…, -respondió después repetirle en tres ocasiones la pregunta-, sin querer ofenderte, la vida de un perro es llana y simple, la del hombre esta sujeta a caprichos y volubilidades
- No puedes comparar, le dije a mi perro, nuestras necesidades son más espirituales
- ¡Si, si! Respondió escéptico, como sin terminar de creérselo, tal vez porque adivinaba la mueca irónica escondida bajo mis labios.
- Dime amo, en tu escala de prioridades, ¿dónde me colocas?, ¿qué salvarías primero de todo lo que te rodea?
Después de decir esto se levanto y con su habitual ritmo melancólico de copla triste se fue a la sombra del único pino del jardín, sin esperar siquiera mi respuesta y es que mi respuesta no fue inmediata, como tal vez esperaba. De vez en vez es así de desagradable este perro

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